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Avistamiento científico cetáceos en el Litoral Granadino

Avistamiento científico cetáceos en el Litoral Granadino

 

Por BALTASAR G. CANO· La Opinión de Granada

Pocas razones justifican madrugar un día de fiesta, pero ver a los delfines en la Costa Tropical merece el sacrificio. El punto de partida es el Real Club Náutico de Motril, la cita a las ocho de la mañana. Una hora después tendrá lugar la salida, pero antes los patrones de las embarcaciones que participan en el avistamiento tienen que recibir la documentación. No es una actividad lúdica ni turística. Se trata de un encuentro científico en el que colaboran más de 60 expertos y otras tantas personas como tripulación repartidas en catorce embarcaciones.

 El patrón del ´Rosa Mari´, conocido por todos como Manolo ´de la O´, advierte de que en los últimos días ha habido temporal "y aunque la mar está más calmada sigue levantada". Las expectativas se cumplen, pero solo al comienzo de la travesía. Hace frío, pero las brumas se irán disipando conforme avance la jornada. A las nueve parten de la dársena motrileña las naves.

 Los delfines suelen nadar paralelos a la playa, entre tres y cuatro millas (6 o 8 kilómetros), aunque en ocasiones se pueden contemplar a simple vista desde la orilla. El avistamiento científico de cetáceos está organizado por el Observatorio del Mar (Obsemar), la asociación de amigos del Parque de las Ciencias de Granada y el Real Club Náutico de Motril que, además de la infraestructura, aporta las embarcaciones de los socios que las ceden desinteresadamente para participar.

 La plataforma organizadora recibió una subvención de la Junta de Andalucía para realizar un estudio sobre la población de delfines en el litoral granadino "y su posible explotación turística".

 Antes de poner la máquina con rumbo sur, mar adentro, aparecen los primeros ejemplares, seis o siete delfines comunes, a los que las embarcaciones, con las que empiezan a jugar, se acercan siguiendo la normativa para la protección de cetáceos. Al reducir la velocidad, estos mamíferos se acercan al casco del barco y comienzan a surcar la estela de agua que dejan las hélices. Resulta "impresionante", comentan todos, vislumbrarlos "tan cerca de la orilla y en un mar tan castigado como el Mediterráneo", teniendo en cuenta su sensibilidad a la contaminación.

 El patrón del ´Rosa Mari´ sigue alejándose para buscar los delfines de mayor porte que habitan la Costa Tropical, los calderones. Tras más de una hora de batida visual –no se pueden emplear elementos de sonar para localizarlos– aparecen más ejemplares comunes. Esta vez se trata de un grupo de más de veinte. Frente a la costa de Salobreña desaparecen y los tripulantes prosiguen en busca del objetivo principal: encontrar delfines listados, mulares o calderones, las otras tres especies de la costa granadina.

 Antes de alcanzar esta meta los asistentes avistan distintos objetos flotando en el mar, incluso un colchón de playa abandonado que sirve de descanso para gaviotas y cormoranes, compañeros de navegación durante las más de tres horas que durará la ruta. Un delfín listado, pero muerto aparece en el agua. El ´Rosa Mari´ recupera el cuerpo, pero tiene que abandonarlo por su estado de descomposición.

 Una embarcación de la organización recibe su ubicación por GPS para retirarlo y analizarlo posteriormente. Por radio, un pesquero informa de que mar adentro no hay delfines, por lo que los participantes desisten del intento y vuelven al puerto. Todos resumen la experiencia como "inolvidable".

 Balance. El presidente de Obsemar destaca al término de la jornada que se han visto entre 30 y 50 delfines comunes, "una especie migratoria". En la costa hay mulares que sí están establecidos pero que posiblemente no han aparecido "porque cuando hay poniente se adentran para comer, según los pescadores".

 El avistamiento concluye con una conferencia de la bióloga de Obsemar, Inmaculada Carrasco, quien explica las peculiaridades de los cetáceos del litoral granadino y la forma de actuar ante su avistamiento o cuando se quedan varados en la orilla. Son animales salvajes "pero muy sociables" y en cuanto ven un barco se acercan para jugar con él, señala Jiménez.

 

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